DE RODILLAS, EN TIERRA Y ABATIDO, todo es noche en el Dios abandonado, ¿dónde está ese Jesús tan admirado, aquel dulce Maestro discutido? Es el cuerpo de un hombre, así asumido, todo un mar que, de sangre, ha transformado, de salados sudores tan bañado, que es un sol, sin su luz, allí fundido. Comprender que eres Dios, sin ser quimera, ni parece que es, de hombre tu semblante. ¡Ay, Jesús! ¿Cómo ver, en tal manera Tu Divino Poder, en ese instante? Es la fe y el amor lo que asegura que eres Dios, y el dolor es noche oscura. Eulogio Díaz García
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