miércoles, 5 de agosto de 2015

...Y AHORA QUE YA TENGO TIEMPO...
de contar todas las estrellas,
de coleccionar rosas de mañanas azules,
de pasear caminos rotos
y descubrir las tardes oscuras,
resulta que no encuentro versos,
que mis palabras crujen cuando las busco
y me causan dolor
al envolverlas en terciopelo.
Que huyen de mi cuando las quiero regar
y darles un abrazo de ardiente hora,
cuando quiero pintarlas en surcos de plata
y hacerlas volar en canciones de primavera.
Recorro mi silencio entre los dedos
y tan solo el rocío brilla en ausencias
que nunca me envolvieron
y se olvidaron de nacer cualquier día.
 
...Sigo el intento de buscar esos versos
y soñar los caminos perdidos...
pero están ahí,
con su luz inverosímil,
con la belleza en sus labios de granadas
a punto de estallar,
como verano ausente,
como arco iris en lugar recóndito,
como ciervo perdido en la selva de amapolas.
 
...Y encontraré esos versos,
contaré las estrellas que me faltan,
llenaré de mil besos las horas perdidas
entre aquellos abrazos que siempre florecieron.
¡Tengo tanto que hacer,
tanta prisa me he de dar,
que no quiero ni oír palabras de silencios
ni de sueños que no pueda descifrar. 
 
Eulogio Díaz García


domingo, 5 de abril de 2015

EN LAS ROSAS

¡Si unos ojos cautivos, quisieran ser labios!
¡Si un rocío salvaje, quisiera ser lluvia!
Pero nace el rocío al morir de la noche
y se cierran los labios al no ver los ojos.

¿Dónde fue el mediodía que ando buscando
y ya cae la tarde? ¿Dónde murió noche,
si la encontré en las rosas de la oculta luna,
y alguien me dijo allí que no había nadie?

Eulogio Díaz García
HOY ESCRIBO EN MI ARBOLEDA, las palabras, solas, manan,
me miran, frente a mis ojos,
y mis ojos las taladran.

Las sombras sueñan conmigo,
la pluma, rama dorada,
escribe en colores verdes,
porque verde, aquí, es mi estancia.
Palabras para un poema,
¡mirad, mirad, qué palabras!
serán canciones, olvidos,
entre rosas engarzadas.

Sí, ya sé… ¡sólo son eso,
sé que son sólo… palabras!

Ved…Cuando nace el amor,
a través de las miradas,
¿No son espinas de hierro,
no son fuego, taladradas,
no son, como arena ardiente,
las palabras pronunciadas?

¡Ay, del poema, mis manos,
fueran palabras sagradas,
hechas en dardos de fuego,
y en el alma me quemaran!
Por eso yo, en mi poema,
buscaré sólo palabras,
como rosas encendidas,
entre arboledas del alma.

Eulogio Díaz García

viernes, 3 de abril de 2015

OIGO EL RAM, PATAPLÁN

 

Oigo el ram, pataplán, de los tambores,
procesiones de un cristo en las miradas,
espinas en cabezas traspasadas,
silenciosas figuras de extertores.

Aquí, en Andalucía -mil colores-,
la vida con la muerte van atadas,
los cristos, sus figuras tan cantadas,
las penas, en saetas, son amores.

Figuras y razón de sentimientos,
los ayes, corazones escondidos,
los vítores y palmas tan sentidos,
devociones, figuras, testamentos.

Todo, en fín, de oraciones y portentos
de las artes, la cultura, tenidos
con el alma y la fe, todos unidos
como un bálsamo herido entre lamentos.

VER TU CRUZ


Ver Tu Cruz es ver mar que me entristece,
una historia de amor no comprendida,
que muriendo en la cruz nos dio la vida
y la vida sin cruz, de amor carece.

Y es el mal, que sin luz todo entorpece,
embargada está el alma y embestida,
como ausente de sí, tan embebida,
que su olvido lo inunda, crece y crece.

¡Ay. Amor!, es mejor haber creído
la palabra de un Dios crucificado,
que morir sin su luz; de haber vivido
ignorando que está resucitado.

¡Bella historia de amor, de Dios figura,
quién pudiera entender sobrada hondura!

Eulogio Díaz García