SOÑAR ASÍ YO QUISIERA
Hoy vi tu sonrisa, amor,
y mi palabra te ha dicho:
he soñado el cielo abierto,
con palomas y caminos.
Tu mano envuelta en aromas,
junto a besos y delirios,
canciones de llenas lunas,
entre rimas y entre olivos.
El sol bordaba el silencio,
la sombra el frescor divino,
y alguna pequeña nube,
que viajaba a no se el sitio.
Eran días, primavera,
cantando juncos y ríos,
lagunas color de plata,
entre piedras de zafiros.
Viajando entre tu existencia,
mi boca junto a tu oido,
besaba los mil claveles,
de tus versos encendidos.
...Y mis ojos te miraban,
el alma al estar contigo,
y lo inmenso de tu mar,
era barca y era vino.
Despertarme fue un silencio,
porque sueño al fin ha sido,
pero estaba entre tus brazos,
tu eras sol y yo era nido.
...Y me hablabas de amapolas,
de estrellas color de olivo,
no era sueño el cielo abierto,
tu, mi amor, allí conmigo.
Eulogio Díaz García
miércoles, 17 de mayo de 2017
sábado, 6 de mayo de 2017
VERSOS DE AMOR A MARIA
En el mes de Mayo
En el mes de Mayo
El autor:
¡OH MARÍA, dulce madre!,
que tu verso amor inspira,
eres siempre tierna lira,
corazón tuyo me labre.
Puerta que siempre abre,
sincero abraza tu abrazo,
cerca siempre del regazo,
del niño que amor porfía,
que he de aprender todavía,
nunca tendré tu rechazo.
Alumno de tal maestra,
mi honor será tu mirada,
la palabra tan amada,
que nos digas, se hará nuestra.
Dinos de Su amor y muestra,
la Vida que va contigo,
sólo así seré Su amigo,
aprendiendo de tu escuela,
seguiré la misma estela,
de tus olas el testigo.
¡Ay Madre, Virgen María,
no cabe el cuerpo de mí,
lo contaré por ahí…
de tu escuela… quién diría!
Niño que aprender querría,
de tu ciencia y el momento,
querer ser quiero sediento,
del agua que poco a poco,
sé me darás, aunque loco,
lo diga mi atrevimiento.
Nuestra Madre:
“Niño del alma, ¡del alma!,
del alma, quiero me seas,
por grandes cosas que veas,
tu barca siempre esté en calma.
Si el demonio te desalma,
tu mirada en Mi mirada,
que todo en la vida es nada,
y nadie es del todo sabio,
que padecer un agravio,
sí merece ser llorado
Eulogio Díaz García.
¡OH MARÍA, dulce madre!,
que tu verso amor inspira,
eres siempre tierna lira,
corazón tuyo me labre.
Puerta que siempre abre,
sincero abraza tu abrazo,
cerca siempre del regazo,
del niño que amor porfía,
que he de aprender todavía,
nunca tendré tu rechazo.
Alumno de tal maestra,
mi honor será tu mirada,
la palabra tan amada,
que nos digas, se hará nuestra.
Dinos de Su amor y muestra,
la Vida que va contigo,
sólo así seré Su amigo,
aprendiendo de tu escuela,
seguiré la misma estela,
de tus olas el testigo.
¡Ay Madre, Virgen María,
no cabe el cuerpo de mí,
lo contaré por ahí…
de tu escuela… quién diría!
Niño que aprender querría,
de tu ciencia y el momento,
querer ser quiero sediento,
del agua que poco a poco,
sé me darás, aunque loco,
lo diga mi atrevimiento.
Nuestra Madre:
“Niño del alma, ¡del alma!,
del alma, quiero me seas,
por grandes cosas que veas,
tu barca siempre esté en calma.
Si el demonio te desalma,
tu mirada en Mi mirada,
que todo en la vida es nada,
y nadie es del todo sabio,
que padecer un agravio,
sí merece ser llorado
Eulogio Díaz García.
viernes, 5 de mayo de 2017
¡Es tan denso el momento al calor de tu mirada!
Algo dentro de mi me aniquila y enternece;
el alma, de invisible sombra, despierta acaba,
y tu mar y mi mar, sin velas ni vientos libres,
se mezclan donde el agua dudando siempre mana.
Ya no vivo ni viven los ojos que miraron,
que el pensar y el andar de las manos anidadas,
siempre llegan o al norte o al sur de primavera,
donde todo rodea mil serenas estancias.
Algo dentro de mi me aniquila y enternece;
el alma, de invisible sombra, despierta acaba,
y tu mar y mi mar, sin velas ni vientos libres,
se mezclan donde el agua dudando siempre mana.
Ya no vivo ni viven los ojos que miraron,
que el pensar y el andar de las manos anidadas,
siempre llegan o al norte o al sur de primavera,
donde todo rodea mil serenas estancias.
jueves, 12 de enero de 2017
SOLO ESTANDO
¡Qué infinita mañana de luz plácida y junta!
¡Qué suavidad del aire de arenas tan azules!
¡Qué elegantes los sauces peinándose las hojas!
¡Qué verde la pradera inmensa para soñarla!
¡Qué blancas van las alas de palomas, bebiendo
la plata de las fuentes, que gimen de silencio!
¡Qué libres van los pájaros a sus horizontes,
como dueños del mar, en las sombras de la tarde!
¡Qué solo el ruiseñor, cuando canta en soledad,
y se llena el espacio en múltiples consecuencias!
¡Qué lejos el pinar, sujetando al horizonte,
diciéndome que reina en su reino de esmeraldas!
Y yo...bebiendo todo, observando todo, ajeno,
como si nada fuera conmigo, ¡solo estando!,
sintiéndome uno más entre miles de universos.
Eulogio Díaz García
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